Espejos de amor y dolor.Dice la poeta:De la nada y de la mano diáfana, dotada de clarividencia lírica, dejo plasmada en cada pedazo de papel mis versos.Desde mi pininos cuando mi madre, llamándome un día, dijo: «Hija, ¿qué haces?».Yo le respondí: «Juego con el sol para con sus rayos escribirle al niño Dios».Y así, guiada únicamente por mi sensibilidad incansable en mitad de lanoche, al amanecer por el duro trajinar de la vida, sedienta, incansablepor lo vivido, asomada al despertar por lo recóndito de la vida, busqué en el quehacer de la poesía mi refugio espiritual.Siempre me asomé en dirección al parque contiguo a mi casa, buscando esabanca donde mirar las cosas ocultas del infinito, en mis sueños de mestiza y su tambor, para cerrar mis ojos.Y lanzarme en donde el sol, grito de mis pensamientos ajenos, a este éxtasis me hace regresar en fugaz suspiro astral.Hago esta poesía una comunicación sentimental y emotiva que se adueña yse engalana en la simbiosis inmortal, comparando esos árboles que vinacer y crecer como las veraneras y flores amarillas que adornan la entrada de mi casa.Así que un día en mi diario trajinar, mientras caminaba con mi amigaEmilia García Márquez, vimos una aglomeración cer...
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